¿Conoces esos momentos en los que te detienes y piensas: "¿Qué acaba de suceder?" Esta semana tuve la “entrevista de trabajo” más surrealista.
Lo que pudo ser una rápida llamada introductoria por Zoom se convirtió en un fin de semana romántico con mi novio en un hotel de lujo en Ubud.
Mi posible cliente quería conocerme y no se le ocurrió mejor forma que invitándome a su hotel. Mi instinto peruano siempre salta en estas situaciones; por miedo a terminar descuartizada, les pregunté si podía ir con mi novio.
Coco de bienvenida, desayuno con frutas locales y una habitación más grande que cualquier departamento promedio en París. Estudio, balcón e infinity pool con vistas a la jungla de Bali.
No pretendo que todos mis potenciales clientes me inviten a sus villas de lujo, pero sí quiero trabajar con gente que comparta mi visión y valores. En este caso, aún mejor que la estadía, fue conversar y conectar con mi cliente.
Poco a poco voy encontrando proyectos alineados con mi propósito. Clientes que justamente valoran lo que el mundo corporativo ve como mi mayor defecto: ser un culo inquieto. Voy encontrando empresas que entienden el valor de alguien que elige este estilo de vida y lo aplauden en lugar de juzgarlo.
En esta aventura de “ser freelance para ser libre”, me he dado cuenta de que la verdadera diferencia y libertad no reside en las modalidades de contrato, sino en la cultura y visión de la empresa. Los valores.
Me he topado con todo tipo de red flags, desde “la sostenibilidad no es lo nuestro” hasta “necesito ver lo que haces en tu ordenador todo el tiempo“. Y ya ni hablar de los que denigran e insultan el trabajo de los artesanos. Inaceptable.
¿Soy realmente libre por trabajar en remoto o freelance si me veo obligada a trabajar con valores que no comparto? Cortar relaciones con clientes ha sido difícil, pero me ha traído paz mental y me ha permitido enfocarme en lo que realmente importa.
Bien decía Strelecky en su best-seller de liderazgo “Big Five for Life” que las personas cuyo propósito está alineado con el de la empresa tienden a:
Trabajar más duro
Ser más creativas
Ser más comprometidas (quedarse en la empresa)
Hacer dinero importa, claro que sí. Pero aún más importan las condiciones para poder hacerlo. He encontrado que mi felicidad y mi libertad no se basan únicamente en si soy contratada o independiente, en si trabajo en remoto o presencialmente. Necesito ser parte de proyectos que me muevan, colaborar con empresas que practiquen la adaptabilidad, la tolerancia y la confianza.
No voy a mentir, es una putada. El camino se hace aún más duro. Hay que picar el triple para encontrar el buen match. Pero cuando lo encuentras, la recompensa es grande y, sobre todo, a largo plazo.
¿Cuál es tu propósito?
¿Cuáles son tus valores no negociables en el trabajo?
(Si todavía no lo sabes, el libro de Strelecky te puede ayudar).
Me encanta tu forma de escribir Pia. ¿De dónde eres? Y concuerdo 100% con lo que escribes aquí, es tan importante estar alineado a los valores del cliente.