Tengo una fantasía desde hace tiempo.
Antes de seguir leyendo, te pido que pienses en el concepto de “lujo”.
Piensa en una imagen y tres adjetivos que mejor lo representen.
¿Listo? Quédate con ellos mientras vas leyendo.
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Esta semana vino de visita mi amiga Marie desde París y en un generosísimo gesto, su hermana decidió regalarnos una noche en un hotel 5 estrellas.
Su hermana Constance, la encarnación de la burguesa parisina, me conoce como la amiga que anda perdida por el mundo, con gustos extraños y que hace cosas que a menudo no tienen sentido. Tal vez tiene razón: huyo de los hoteles y resorts, por ejemplo. No sé, les falta alma y conexión con el lugar. Pero esta vez, Constance dio en el clavo.
Ubicado en un pueblito perdido en la selva de Bali, el hotel propone la naked experience o experiencia al desnudo. Las habitaciones son villas entre montañas, inmersas en la naturaleza, sin muros y sin protección.
1200 euros la noche. Sí, duele hasta escribirlo.
Esto es la selva. Compartimos la cabaña con insectos, lagartijas y otros animales. Nuestra única protección durante la noche era una fina tela que rodeaba nuestra cama, con vistas a las luciérnagas sobrevolando las copas de los árboles en la oscuridad.
¿Es esto lujo?
Aquí va mi opinión poco popular: lejos de ser una estafa, es todo lo contrario. Representa todo lo que el lujo debería ser.
El hotel es residuo cero, con una arquitectura de bambú y madera que se adapta al entorno, no al revés. Comimos manjares locales deliciosos en el restaurante, que utiliza solo ingredientes orgánicos cultivados en el pueblo. En nuestra habitación, nos esperaban cócteles y bebidas elaboradas con frutos del huerto.
Amanecimos con una sesión de yoga al aire libre entre las montañas y paseamos por las terrazas de arrozales del hotel. Un sacerdote nos enseñó a hacer ofrendas y realizamos una ceremonia de purificación balinesa en nuestra catarata privada.
Vimos un atardecer de esos que tienen el poder de dejarte en silencio, con vistas únicas a los famosos tres picos sagrados de la isla. Mientras prendían una fogata y acondicionaban nuestra villa para pasar la noche al aire libre, aprendimos cocina balinesa y a preparar Jamu, ese brebaje mágico que es la solución a todos los males (los que llevamos un tiempo viviendo aquí lo sabemos bien, o al menos hemos elegido sumarnos a la creencia colectiva).
La realidad
¿Qué atributo es indispensable para el lujo?
Después de diez años trabajando para marcas de moda de lujo, he visto de cerca la cruda realidad. En la gran mayoría de los casos, brillan por todo menos su ética.
Reflexionemos un momento sobre esto. Aceptamos a diario que protegernos a nosotros mismos y donde vivimos es una prioridad secundaria, incluso terciaria.
Pregunto de nuevo, ¿es esto lujo?
Quizás esta es la verdadera estafa.
Una utopía
Tengo una fantasía: redefinir el concepto de lujo.
Vivimos tan desconectados de la naturaleza y tan influenciados por el marketing que tenemos los conceptos cruzados. ¿Qué valor tiene consumir productos o servicios que dañan nuestro bienestar y el del planeta?
Imagino un lujo donde lo primero que pensemos sea en lo ético, lo artesanal y lo natural como pilares fundamentales. Calidad, diseño y exclusividad, sí, pero nunca a costa de estos principios.
Lo que consumimos es y debería ser un reflejo de nuestros valores.
Redefinamos el lujo.